miércoles, 25 de marzo de 2015

Cuento: El niño y los clavos

Los buenos modales se aprenden ya sea en el hogar como en la escuela, y se deben inculcar a los niños desde pequeños.
Enseñar estas conductas requiere de un fuerte compromiso de padres y maestros, quienes deberán en todo momento, ser un ejemplo de aquello que se quiere transmitir a los niños.
 Los buenos modales se aprenden practicándolos en el día a día, por lo tanto, la clave es insistir, repetir y modelar.
El escuchar cuentos, hace a los niños más reflexivos, ya que en éstos siempre encontraremos un mensaje que los lleve a comprender la forma en que deben actuar y comportarse, a saber distinguir entre lo bueno y o malo.




 Este es un cuento que trabajamos en el taller de Lengua y Ciencias, un trabajo en equipo junto con los docentes pedagógicos de 5to. grado.


El niño y los clavos

   Había una vez un niño que tenía muy, pero muy mal carácter. Un día su padre le dió una bolsa con clavos y le dijo que cada vez que perdiera la calma, él tenía que clavar un clavo en la cerca de la casa.
   El primer día el niño clavó 37 clavos en la cerca. Al día siguiente, menos y, así con los días posteriores. El niño se iba dando cuenta que era más fácil controlar su genio y su mal carácter que clavar clavos en la cerca. 
  Finalmente llegó el día en que el niño estuvo tranquilo todo el día, y se lo dijo a su padre que no tenía que clavar ni un clavo en la cerca. Él había conseguido, por fin, controlar su mal temperamento.
  Su padre, muy contento y satisfecho sugirió entonces a su hijo que por cada día que controlara su carácter, debía sacar un clavo de la cerca.
  Los días pasaron y el niño pudo finalmente decir a su padre que ya había sacado todos los clavos de la cerca. Entonces el padre llevó a su hijo de la mano hasta la cerca y le dijo:
  -Mira, hijo, has trabajado muy duro para clavar y quitar los clavos de esta cerca, pero fijate en todos los agujeros que quedaron en la cerca. Jamás será la misma.
   Lo que quiero decir es que cuando dices o haces cosas con mal genio, de mala manera, enfadado y con mal carácter dejas una cicatriz, como estos agujeros en la cerca. Ya no importa tanto que pidas perdón. La herida estará siempre allí. Y una herida física es igual que una herida verbal.
  Los amigos, así como los padres, la familia, los maestros, son verdaderas joyas a quienes hay que valorar. Ellos te sonríen y te animan a mejorar para que seas una buena persona en la vida. Te escuchan, comparten una palabra de aliento y siempre tienen su corazón abierto para recibirte.
  Las palabras de su padre, así como la experiencia vivida con los clavos, hicieron que el niño reflexionase sobre las consecuencias de su carácter.



  • Dialogar acerca de las cosas que le hieren, que no les gustan que le hagan. Las consecuencias. 
  • Confeccionar con papeles de colores una cerca y escribir las reflexiones de cada uno para que quede plasmada en la misma.   




  • Lectura y cuestionario. Comprensión de texto.

1-      ¿Quienes son los personajes del cuento?
2-     ¿Qué personalidad tenía el niño?
3-     ¿Qué le entregó el padre? ¿Para qué?
4-     ¿Qué pretendía el padre dándole al niño los clavos?
5-     ¿Que logró finalmente el niño?
6-     Una vez que consiguió no calvar más clavos, ¿qué trabajo le ordenó su padre?
7-     ¿Qué palabras de reflexión le comenta el padre a su hijo?
8-     ¿Qué cosas hacemos mal nosotros?
9-     Que enseñanza te deja este cuento?